"... y sabed que vuestro pecado os alcanzará." (Números 32:23)
"Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad… y tú perdonaste la maldad de mi pecado." (Salmo 32:5)
Con cierta frecuencia vemos en los medios de comunicación noticias acerca de asesinatos que han sido resueltos décadas después gracias al ADN. Asesinos que vivían tranquílamente convencidos de que su crimen habría de quedar impune eternamente se encontraban de repente ante un juez que tenía sobre la mesa las pruebas que los condenaban. Por desgracia, en no pocas ocasiones estas pruebas llegaban demasiado tarde y para cuando se podía, por fin, demostrar la culpabilidad del asesino este ya había fallecido dejando ese crimen sin castigo. No pocos criminales han logrado eludir la justicia de los hombres por ese motivo.
Sin embargo, nadie escapará a la justicia divina. Dice el salmo 139 "Oh, Señor, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos." (Salmo 139:1-3) Podemos ocultar nuestro pecado a los hombres, pero no a Dios. Podemos engañar a nuestros amigos, a nuestros vecinos y familiares, pero no a Dios. No a un Dios que nos conoce hasta en lo más profundo de nuestro corazón. Un Dios que aborrece el mal "Abominación son al Señor los perversos de corazón; ... Tarde o temprano el malo será castigado;" (Proverbios 11:20-21).
La biblia nos habla también de un juicio. Un juicio que nadie podrá eludir y ante un juez al que no se le podrán ocultar pruebas, ni mentir. "12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. 14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego." (Apocalipsis 20:12-15)
Hoy es el día. Hoy puedes inscribir tu nombre en ese libro de la vida, aceptando el perdón De Dios por tus pecados.
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9)

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