2 de febrero de 2025

El temor


El temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía, no he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación.” (Job 3:25-26)

Este es un pasaje que la primera vez que lo leí me sorprendió. Job, después de sufrir muchas desgracias realmente terribles comienza a maldecir el día que nació y a decir cuanto mejor habría sido no haber nacido. Llega incluso a plantear en el versículo 11 de este mismo capítulo cuanto mejor sería si hubiera muerto al nacer “Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría descanso,”. Y supongo que es entendible que Job tenga esa clase de pensamientos. Lo ha perdido todo. Literalmente. Está devastado y su dolor tiene que ser inmenso. 

Pero en los dos últimos versículos de este capítulo 3 Job nos dice algo sorprendente. A pesar de todas las bendiciones que había recibido, vivió angustiado por miedo a perderlo todo. Es decir que, en lugar de disfrutar de todo lo que había tenido, nos cuenta que había vivido sin paz, que nunca tuvo reposo. Que cuando las cosas le había ido bien, y durante muchos años le fueron muy, muy bien, cuando recibió múltiples bendiciones de Dios … había vivido angustiado por el miedo a que todo aquello desapareciese. 

Muchas veces nos pasa lo mismo. Vivimos con miedo al futuro. Nos planteamos hipotéticas situaciones futuras que nos causan temor y angustia y nos perdemos la oportunidad de disfrutar de muchas bendiciones que Dios nos está dando ahora mismo. Vivimos sin paz, anticipando desgracias o problemas futuros olvidando una de las más maravillosas promesas de Dios: 

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)

No hay comentarios: