“Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.” (Mateo 13:54-57)
Aunque es un personaje de ficción, Sherlock Holmes ha pasado al imaginario popular como el gran referente del empleo de la lógica como herramienta para la resolución de un problema. De joven me fascinaban sus novelas, cuentos cortos en realidad, y la forma en la que resolvía cada caso. Las pruebas estaban siempre a la vista pero nadie más las veía. En una de esas novelas leí una frase que aún hoy recuerdo “Cuando has eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca debe ser la verdad”.
En tiempos de Jesús las gentes que veían los milagros que este hacía se preguntaban “¿No será este el Cristo?” (Juan 4:29). Incluso nos dice la palabra que muchas veces, al oírle hablar, “todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca…” (Lucas 4:22) pero con frecuencia, a pesar de haber visto con sus propios ojos lo que Jesús había hecho, las pruebas, desechaban esa posibilidad “¿De Galilea ha de venir el Cristo?” (Juan 7:41), o “¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?” (Juan 6:42).
Pero también hubo personas que ante lo que Jesús había hecho entendieron con claridad que solo podía venir de Dios. “Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer.” (Juan 9: 31-33). Personas que entendieron que “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (Lucas 18:27).
Hoy en día Jesús te sigue haciendo esa pregunta. “¿Quien decís que soy?” (Mateo 16:15)
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5: 24)

1 comentario:
Efectivamente, no es cuestión de pruebas o evidencias, que las hay y de toda naturaleza. El que no cree en Cristo es por la dureza de corazón y el engaño del pecado. El príncipe de este siglo, el diablo, le ciega el entendimiento y luego no quiere creer.
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