"Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron." (Juan 20:28-29)
La existencia de Jesucristo rara vez es discutida hoy en día por los historiadores. El debate gira más bien en torno a su identidad: ¿Quién es Jesús?
El primer paso para responder a esa pregunta sería escuchar lo que Jesús nos dice sobre sí mismo. Por ejemplo, si acudimos al evangelio de Juan podemos encontrar a Jesús afirmando: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Y vemos como al oír esto los judíos quisieron apedrearle "... por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios" (Juan 10:33). También en otra ocasión Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Y nuevamente los judíos reaccionaron tomando piedras para arrojárselas, porque con ese "Yo soy", Jesús tomaba el nombre que Dios le reveló a Moisés: “𝗬𝗼 𝘀𝗼𝘆 𝗲𝗹 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗼𝘆” (Éxodo 3:14).
Para los judíos no había ninguna duda de que Jesús afirmó que Él era igual a Dios y nos dice la biblia que "Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios." (Juan 5:18).
Pero ¿cuantos locos a lo largo de la historia han afirmado ser Dios? El problema para los fariseos era que Jesús no se limitaba a decirlo, sino que acompañaba sus palabras con hechos. A los enviados de Juan, el bautista, les dijo "haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio" (Lucas 7:22). Y todo ello lo había hecho delante del pueblo. Las gentes habían visto a Lazaro, que llevaba tres días muerto, salir de la tumba. Al paralítico de Betesda, tras años sin poder moverse, coger su lecho e irse caminando. Delante del pueblo había dicho a un paralítico "levántate y anda" y este se levantó y anduvo.
Jesús afirmó con claridad que Él era Dios. Y acompañó esa afirmación con muestras claras de su poder. Por ello, si entendemos y creemos que Él es Dios, entonces sus palabras son necesariamente dignas de ser escuchadas. Más aún cuando aún hoy en día nos está diciendo "... he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (Juan 10:10) "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:15)
"Vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios… tenéis vida eterna." (1 Juan 5:13)

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