23 de febrero de 2025

¿Quien es Jesucristo?


"Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron." (Juan 20:28-29)

La existencia de Jesucristo rara vez es discutida hoy en día por los historiadores. El debate gira más bien en torno a su identidad: ¿Quién es Jesús?  

El primer paso para responder a esa pregunta sería escuchar lo que Jesús nos dice sobre sí mismo. Por ejemplo, si acudimos al evangelio de Juan podemos encontrar a Jesús afirmando: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Y vemos como al oír esto los judíos quisieron apedrearle "...  por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios" (Juan 10:33). También en otra ocasión Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Y nuevamente los judíos reaccionaron tomando piedras para arrojárselas, porque con ese "Yo soy", Jesús tomaba el nombre que Dios le reveló a Moisés: “𝗬𝗼 𝘀𝗼𝘆 𝗲𝗹 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗼𝘆” (Éxodo 3:14). 

Para los judíos no había ninguna duda de que Jesús afirmó que Él era igual a Dios y nos dice la biblia que "Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios." (Juan 5:18). 

Pero ¿cuantos locos a lo largo de la historia han afirmado ser Dios? El problema para los fariseos era que Jesús no se limitaba a decirlo, sino que acompañaba sus palabras con hechos. A los enviados de Juan, el bautista, les dijo "haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio" (Lucas 7:22). Y todo ello lo había hecho delante del pueblo. Las gentes habían visto a Lazaro, que llevaba tres días muerto, salir de la tumba. Al paralítico de Betesda, tras años sin poder moverse, coger su lecho e irse caminando. Delante del pueblo había dicho a un paralítico "levántate y anda" y este se levantó y anduvo. 

Jesús afirmó con claridad que Él era Dios. Y acompañó esa afirmación con muestras claras de su poder. Por ello, si entendemos y creemos que Él es Dios, entonces sus palabras son necesariamente dignas de ser escuchadas. Más aún cuando aún hoy en día nos está diciendo "... he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." (Juan 10:10) "para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:15)

"Vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios… tenéis vida eterna." (1 Juan 5:13)

 



19 de febrero de 2025

Filipenses 4:6

 


16 de febrero de 2025

Elemental querido Watson


 “Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene este esta sabiduría y estos milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.” (Mateo 13:54-57)

Aunque es un personaje de ficción, Sherlock Holmes ha pasado al imaginario popular como el gran referente del empleo de la lógica como herramienta para la resolución de un problema. De joven me fascinaban sus novelas, cuentos cortos en realidad, y la forma en la que resolvía cada caso. Las pruebas estaban siempre a la vista pero nadie más las veía. En una de esas novelas leí una frase que aún hoy recuerdo “Cuando has eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca debe ser la verdad”. 

En tiempos de Jesús las gentes que veían los milagros que este hacía se preguntaban “¿No será este el Cristo?” (Juan 4:29). Incluso nos dice la palabra que muchas veces, al oírle hablar, “todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca…” (Lucas 4:22) pero con frecuencia, a pesar de haber visto con sus propios ojos lo que Jesús había hecho, las pruebas, desechaban esa posibilidad “¿De Galilea ha de venir el Cristo?” (Juan 7:41), o “¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos?” (Juan 6:42). 

Pero también hubo personas que ante lo que Jesús había hecho entendieron con claridad que solo podía venir de Dios. “Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer.” (Juan 9: 31-33). Personas que entendieron que “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (Lucas 18:27). 

Hoy en día Jesús te sigue haciendo esa pregunta. “¿Quien decís que soy?” (Mateo 16:15)

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” (Juan 5: 24)

2 de febrero de 2025

El temor


El temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía, no he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación.” (Job 3:25-26)

Este es un pasaje que la primera vez que lo leí me sorprendió. Job, después de sufrir muchas desgracias realmente terribles comienza a maldecir el día que nació y a decir cuanto mejor habría sido no haber nacido. Llega incluso a plantear en el versículo 11 de este mismo capítulo cuanto mejor sería si hubiera muerto al nacer “Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría descanso,”. Y supongo que es entendible que Job tenga esa clase de pensamientos. Lo ha perdido todo. Literalmente. Está devastado y su dolor tiene que ser inmenso. 

Pero en los dos últimos versículos de este capítulo 3 Job nos dice algo sorprendente. A pesar de todas las bendiciones que había recibido, vivió angustiado por miedo a perderlo todo. Es decir que, en lugar de disfrutar de todo lo que había tenido, nos cuenta que había vivido sin paz, que nunca tuvo reposo. Que cuando las cosas le había ido bien, y durante muchos años le fueron muy, muy bien, cuando recibió múltiples bendiciones de Dios … había vivido angustiado por el miedo a que todo aquello desapareciese. 

Muchas veces nos pasa lo mismo. Vivimos con miedo al futuro. Nos planteamos hipotéticas situaciones futuras que nos causan temor y angustia y nos perdemos la oportunidad de disfrutar de muchas bendiciones que Dios nos está dando ahora mismo. Vivimos sin paz, anticipando desgracias o problemas futuros olvidando una de las más maravillosas promesas de Dios: 

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)