20 de octubre de 2024

Cuando venga

Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:10-11).

El libro de apocalipsis está tan lleno de lenguaje simbólico que interpretarlo correctamente es muy complicado. Por ello grandes exégetas han expresado diferentes interpretaciones del mismo sin que haya un consenso claro e inequívoco sobre el mensaje principal de este libro. A pesar de ello, aun incluso con una lectura superficial del mismo, podemos entender con claridad algunas de las verdades que contiene. 

Por ello en esta mañana me gustaría centrarme simplemente en dos versículos del capítulo final. El primero es Apocalipsis 22:12, que dice “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” El que pronuncia estas palabras es Jesús y aquí habla con claridad. No hay números ni figuras alegóricas que interpretar. Simplemente afirma que Él va a volver y que dará a cada uno lo que merece. Y si el mundo entendiese esto, que un día un Jesús todopoderoso regresará para juzgar a la humanidad, tendría miedo. 

Pero frente a esta imagen de juicio y castigo, Juan termina Apocalipsis exclamando en el versículo 20 “… Amén; sí, ven, Señor Jesús.”. Con ese Amén, Juan expresa su deseo de que esa segunda venida del Señor Jesús se cumpla ¿Acaso no tiene miedo? ¿Tan seguro está de que su nombre está inscrito en el libro de la vida (Apocalipsis 20:15)?

Los que, como Juan, tenemos la certeza de que Jesús pagó el precio de nuestro pecado en la cruz podemos hacer nuestras sus palabras y decir ese Amén. Ese ven pronto Señor. Y mientras esperamos su venida dar gracias por la salvación tan grande que Él nos ha dado. 

Si por el contrario aún no tienes esa seguridad, entonces estás a tiempo. A tiempo de buscarle a Él. De entender que “… de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)


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