"El temor del Señor es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte." (Proverbios 14:27)
"El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre." (Eclesiastés 12:13)
Normalmente entendemos el verbo "temer" como un sinónimo de tener miedo. Y aunque en general es correcto, cuando la Biblia habla de temer a Dios el concepto es diferente. Se trata más bien de tener conciencia de su grandeza y santidad. De estar atentos a todo aquello que pensamos o hacemos ante nuestro Dios. Para el cristiano, el temor reverente a Dios, es un concepto esencial de la vida. Movido por la fe y el amor a Dios, busca agradarle a Él. Si buscamos en su palabra, la biblia, veremos que el temor a Dios y la sabiduría van unidos: "El temor del Señor es el principio de la sabiduría" (Proverbios 9:10).
Además el temor a Dios tiene consecuencias positivas, aún incluso en tiempos difíciles: "Por la fe Noé ... con temor preparó el arca en que su casa se salvase" (Hebreos 11:7), como Dios le había dicho (Génesis 6:14). El resultado de ese temor de Dios fue su salvación y la de su familia.
En medio de nuestras luchas y tristezas estamos llamados a obedecer primeramente a nuestro Dios, sin olvidar sus promesas: "Yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen" (Eclesiastés 8:12).
El temor a Dios es una fuente de felicidad, fuente de vida, que nos llama a buscar la presencia del Señor, y no a huir de ella. “En tu presencia hay plenitud de gozo” (Salmo 16:11).
"... temed a Dios, y dadle gloria ..." (Apocalipsis 14:7)

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