14 de abril de 2024

Una dedicatoria

Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11: 47-50)

“Una introducción a la topología algebraica”, de Joseph J. Rotman, es un libro relativamente famoso no tanto por su contenido como por la dedicatoria que el autor plasmó en sus primeras páginas. Concretamente esa dedicatoria dice así “A mi esposa Marganit, y a mis hijos Ella Rose y Daniel Adams, sin cuyas constantes interrupciones habría podido acabar este libro dos años antes”. Ignoro la seriedad de la dedicatoria, quiero pensar que era algún tipo de broma familiar, pero  lo cierto es que me parece graciosísima. 

Pero también me parece una buena ilustración del hombre moderno. Centrado en sí mismo y para el cual el resto de las personas se dividen entre aquellas que le sirven para algún propósito o simplemente son una molestia prescindible. Te sigo en las redes sociales no porque me interese lo que compartes sino para que tu me sigas. Para que me des visibilidad. Hago cosas, viajo, como, corro … para poder publicarlo y recibir likes. 

En el texto del evangelio de Juan vemos como los sacerdotes y fariseos reunidos reconocen las señales que Jesús hacía pero en lugar de alegrarse y reconocer en Él al mesías prometido lo que hacen es preocuparse. Preocuparse porque la gente podía dejar de seguirles a ellos y seguir a Jesús. Preocuparse porque los romanos podían destruir Israel. Se preocupan porque ese Jesús les puede trastocar su confortable existencia. 

Pero ese Jesús que es Dios mismo hecho hombre. Señor de señores, Rey de reyes. Que es todopoderoso y el único digno de adoración no ha venido a este mundo para reclamar su lugar sino para humillarse hasta lo indecible. Ha venido para darnos la oportunidad de que nuestros pecados sean borrados y poder así restaurar nuestra relación con el Padre. 



Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20: 26-28)

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