28 de abril de 2024

¿Libres?

"Escogeos hoy a quién sirváis." (Josué 24:15)

"Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios." (Gálatas 4:7)

Hoy en día, gracias a Dios, no hay ningún país en el que esté permitida la esclavitud. Inglaterra la abolió en 1834, Francia en 1848 y Estados Unidos de Norteamérica la abolió el 1 de enero de 1863 con la proclamación de emancipación. España la había abolido en la península en 1821 pero en Cuba fue permitida hasta 1880. El último país del mundo en abolir por completo la esclavitud fue Mauritania, que la ilegalizo en 1981. 

Sin embargo la humanidad sigue sufriendo otras formas de esclavitud. Las drogas, el alcoholismo, la pornografía, los móviles ... Y, sobre todo, sigue siendo esclava del pecado. "... De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado." (Juan 8:34). La biblia nos avisa de que "... vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;" (1 Pedro 5:8). 

Y aunque para los hombres nos es imposible librarnos de esas cadenas que son el pecado, Cristo vino a darnos la libertad. Él abolió esa esclavitud. A todo aquel que se arrepiente no solo le da la libertad sino que nos dice que "aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2: 5-6)

En esta mañana podemos elegir. Ser esclavos del pecado o servir a un Dios que nos libera de esa esclavitud, nos da vida y nos convierte en sus hijos. 

¿A quien sirves? Si sirves al Señor Jesús, entonces eres verdaderamente libre. 

"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." (Juan 8:36)



Te animo a leer el capítulo 2 de efesios pulsando en este enlace.





21 de abril de 2024

Jesús lloró

"Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación." (Mateo 5:4)

"... El Señor ... me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, … a consolar a todos los enlutados." (Isaías 61:1-2)

Juan 11: 35 es el versículo más corto de la Biblia. Simplemente dice "Jesús lloró". Nada más. Pero con esas dos palabras se nos muestra a un Jesús que comparte el dolor por la pérdida de su amigo con aquellos que lloraban frente a la tumba de Lázaro. Nos muestra a un Jesús que sufre, como también nosotros sufrimos, ante la inevitabilidad de la muerte. 

Pero también es Jesús de quien nos dice el pasaje de Isaías que vino "a consolar a todos los enlutados". Y no solo a consolar con bienintecionadas palabras de ánimo, sino que él nos puede dar el consuelo supremo que es la vida eterna. Porque ese Jesús al que vemos llorando ante la tumba es el mismo del que el evangelio de Juan nos dice "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16)

Cuando muchos comenzaron a abandonarle y Jesús preguntó a sus discípulos si ellos también querían irse "Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna." (Juan 6:68)

Si elegimos creer en Él no estaremos exentos de aflicción. Habrá, por supuesto, momentos para llorar,  momentos de dolor, pero podemos estar seguros de que en Él encontraremos consolación.

 "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33)

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4).



14 de abril de 2024

Una dedicatoria

Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11: 47-50)

“Una introducción a la topología algebraica”, de Joseph J. Rotman, es un libro relativamente famoso no tanto por su contenido como por la dedicatoria que el autor plasmó en sus primeras páginas. Concretamente esa dedicatoria dice así “A mi esposa Marganit, y a mis hijos Ella Rose y Daniel Adams, sin cuyas constantes interrupciones habría podido acabar este libro dos años antes”. Ignoro la seriedad de la dedicatoria, quiero pensar que era algún tipo de broma familiar, pero  lo cierto es que me parece graciosísima. 

Pero también me parece una buena ilustración del hombre moderno. Centrado en sí mismo y para el cual el resto de las personas se dividen entre aquellas que le sirven para algún propósito o simplemente son una molestia prescindible. Te sigo en las redes sociales no porque me interese lo que compartes sino para que tu me sigas. Para que me des visibilidad. Hago cosas, viajo, como, corro … para poder publicarlo y recibir likes. 

En el texto del evangelio de Juan vemos como los sacerdotes y fariseos reunidos reconocen las señales que Jesús hacía pero en lugar de alegrarse y reconocer en Él al mesías prometido lo que hacen es preocuparse. Preocuparse porque la gente podía dejar de seguirles a ellos y seguir a Jesús. Preocuparse porque los romanos podían destruir Israel. Se preocupan porque ese Jesús les puede trastocar su confortable existencia. 

Pero ese Jesús que es Dios mismo hecho hombre. Señor de señores, Rey de reyes. Que es todopoderoso y el único digno de adoración no ha venido a este mundo para reclamar su lugar sino para humillarse hasta lo indecible. Ha venido para darnos la oportunidad de que nuestros pecados sean borrados y poder así restaurar nuestra relación con el Padre. 



Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20: 26-28)

7 de abril de 2024

La obra de un artista


“1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19: 1-10)

A principios del siglo XVI había abandonado en Florencia un enorme bloque de mármol de casi seis metros de altura. Al haber sido dañado por varios artistas que habían tratando de esculpir en él se consideraba que ese bloque, agrietado y fracturado, era inservible. Sin embargo un artista que todavía no había realizado ninguna obra digna de ser tomada en consideración tomó la responsabilidad de extraer una escultura de ese bloque. Lo rodeó con una valla y durante cuatro años se pudo escuchar el sonido del cincel golpeando contra la piedra. Finalmente el artista retiró la valla y la ciudad de Florencia pudo contemplar una de las más grandes obras escultóricas que el hombre ha creado. El David de Miguel Ángel. De un bloque de mármol desechado por todos y aparentemente inservible Miguel Ángel había sido capaz de crear algo extremadamente bello.

¿Conoces a alguien que es como ese bloque? ¿Alguien que no sirve para nada? ¿De quien nadie espera nada? Incluso a lo mejor resulta que tú piensas que eres esa persona. Sin futuro, sin esperanza. Destinada a ser apartada porque no tienes ningún valor.

El pasaje de Lucas nos muestra como cuando Jesús va a la casa de Zaqueo “todos murmuraban diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador” (v.7). A buen seguro todos ellos se consideraban mucho más dignos de que Jesús posase en sus casas pero Jesús elige a Zaqueo y su visita es transformadora. Podemos ver como Zaqueo muestra su arrepentimiento y cambia su vida. Y de él dice Jesús “Hoy ha venido la salvación a esta casa”. La palabra nos enseña que el Señor no cierra la puerta a nadie, que no hay pecado tan grande que el amor de Dios no pueda perdonar. 

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás … y al que a mí viene, no le echo fuera.” (Juan 6: 35-37)

Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.” (Isaías 64:8)