1 de octubre de 2023

Juntos, pero solos


"Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido." (Salmo 25:16)

"Dios hace habitar en familia a los desamparados." (Salmo 68:6)

¡𝐉𝐔𝐍𝐓𝐎𝐒, 𝐏𝐄𝐑𝐎 𝐒𝐎𝐋𝐎𝐒!

«Alone Together» es el título de un libro de Sherry Turkle, doctora en sociología y psicología de la personalidad y una de las mayores expertas en el impacto de la tecnología digital en las relaciones humanas. La doctora Turkle ,solo con el título de ese libro, ya describe perfectamente el que es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad. 

En principio el título podría parecer contradictorio. Los ordenadores, tablets, móviles ... nos facilitan enormemente la comunicación. Nos permiten mantener el contacto y conocer a personas con las que de otra forma nos sería imposible relacionarnos, pero lo cierto es que se trata de relaciones que carecen por completo de implicación. Simplemente pasamos de contacto en contacto, dando likes, pero sin ninguna clase de dialogo o comunicación profunda.  

Cada vez tenemos a nuestro alcance tecnología más rápida y más moderna, pero cada vez conocemos menos a unos amigos que poco a poco, se van transformando más en contactos que en amigos. 

Estamos solos a pesar de estar juntos. Cada vez tenemos más tecnología, pero menos relación humana. La tecnología, por muy moderna e innovadora que sea, no puede darnos la cercanía. La soledad no es un problema técnico, la soledad tiene que ver con el corazón. Desde que nuestros primeros padres desobedecieron a Dios en el huerto del Edén, nuestros corazones se endurecieron. Esta dureza nos hace insensibles al amor de nuestro creador y, a menudo, nos hace egoístas, indiferentes a las penas y alegrías de los demás. Nos aleja. 

La buena noticia, el Evangelio, es que Jesucristo vino del cielo para derribar los muros que nos separan. Muros entre el hombre y Dios, muros entre los hombres, entre los pueblos. Si creemos en él, Jesús nos dará una vida nueva y entonces podremos reconocer lo lejos que estábamos de Dios y de nuestros semejantes, y entrar en una verdadera relación con Dios. La de un hijo con su Padre. Y “juntos”, con nuestros hermanos y hermanas en la fe, experimentamos la paz y las alegrías de la familia de Dios.


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