"Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera." (1 Timoteo 4:7-8)
𝐋𝐀 𝐏𝐈𝐄𝐃𝐀𝐃 𝐄𝐒 𝐔𝐍𝐀 𝐃𝐈𝐒𝐂𝐈𝐏𝐋𝐈𝐍𝐀
Sería de necios discutir la conveniencia de llevar un estilo de vida saludable. Comer con moderación, dormir un número adecuado de horas, hacer ejercicio físico con regularidad ... Todos sabemos que es necesario cuidar nuestro cuerpo.
Pero el apóstol Pablo nos dice que más provechoso que hacer deporte es practicar la piedad. Practicar una relación con Dios, una vida de fe. Y cultivar esa relación requiere de una disciplina diaria de lectura de la biblia y de oración. La palabra griega que aquí se traduce como "ejercicio" es la misma que dio origen a la palabra gimnasia.
El deportista tiene un objetivo y se esfuerza en todo lo posible para lograrlo. Deja a un lado todo lo que podría estorbarle, sigue un programa establecido y entrena con regularidad.
Del mismo modo, todo cristiano que busque agradar a Dios, debe ponerle a Él en el primer lugar en su vida. Buscar su dirección y descansar en Él. Debe poner los ojos fijos en Cristo (Hebreos 12:2) porque este es la meta de su vida. Y en esto, el apóstol Pablo fue un ejemplo "Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

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