¿Puedes imaginar la escena? Un hombre entrando en la ciudad a lomos de un burro rodeado por una multitud que le aclama. Esa imagen es un contrasentido difícil de entender. El rey de reyes no monta un esplendido corcel, ni va en una majestuosa carroza que permiten apreciar su grandeza y su poder, no. El rey de reyes entra en Jerusalén montado en el animal más humilde que hay, un burrito.
Pero es no es un obstáculo para que la gente entienda qué es lo que están viendo. Y lo expresan clamando "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!", lo expresan reconociendo en Jesús al Rey anunciado por Zacarías seis siglos antes cuando dijo: "9 Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna." (Zacarías 9:9).
Montado sobre ese pollino Jesús es ese Rey justo, ese salvador que Dios ha enviado "para que todo el que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3:16).

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