29 de enero de 2023

Sobre el hijo prodigo

Una de las historias más grandiosas jamás contada es del hijo que salió de su hogar con sus bolsillos llenos del dinero que su padre había ganado con mucho esfuerzo. Como es de esperarse, el joven lo perdió todo.

Lea otra vez esa historia de amor que Jesús contó (Lucas 15:11-20). Tratemos de imaginar cómo hubiera sucedido tal historia hace mucho tiempo atrás.

Hambriento, triste y solitario, finalmente el joven decidió regresar a la casa de su padre y ver si podía ser recibido como empleado. Mientras caminaba cansadamente milla tras milla, memorizaba lo que diría y se preguntaba en cuanto a la reacción de su padre. ¿Rechazaría verle? ¿Enviaría a uno de sus siervos a decirle que él ya había tomado su decisión y que debía vivir con las consecuencias?

Murillo - El regreso del hijo pródigo

Cuando ya estaba cerca, vio el lugar donde su casa estaba. Con nervios y sudor en sus manos, pensó: “Bueno, es hora de hacerlo”.

Su padre fue el primero en verle—sus ojos tenues fueron más eficaces que los ojos de jóvenes ya que el padre ansiaba ver a su hijo. Él había observado el camino miles de veces antes. Esta vez tuvo que mirar dos veces. “¿Qué es ese punto en el horizonte? ¿Quién se acerca a la hacienda? Luce como… ¿pudiera ser cierto? ¡Sí!”.

Luego sucedió algo inusual. Tal vez algunos trabajadores se arrimaron en sus palas para observar lo que estaba pasando. En el establo, un trabajador se detuvo, dejando caer un fardo de heno a su lado. Los trabajadores en la cocina salieron a la entrada para ver mejor.

¡El amo de la casa estaba corriendo!

Ellos nunca habían visto eso antes. Él había levantado un poco sus ropas largas y estaba corriendo hacia el pueblo. Los ojos de los siervos observaban dónde se dirigía, y vieron a la distancia una silueta.

Cuando el padre ya estaba cerca, abrió sus brazos y abrazó al muchacho, y le besó—y se podía ver su gran sonrisa mientras miraba a su hijo. Luego el padre notó la ropa holgada de su hijo, el olor de su cuerpo y la tristeza de sus ojos que antes eran inocentes.

El padre interrumpió el discurso preparado de su hijo que esperaba un trabajo de siervo. El amo comenzó a dar órdenes a los siervos mientras los dos se acercaban a la casa: “¡Den al muchacho algo de comer! ¡Él necesita ropa nueva! ¡Organicen una fiesta que pronto tendremos! ¡Mi hijo que estaba muerto vive!”.

Jesús enseñó la Parábola del Hijo Pródigo para mostrar que Dios da nuevas oportunidades. Hasta cierto punto, todos hemos estado en los zapatos del pródigo. Todos hemos apestado con el olor de la hacienda de cerdos y hemos sentido hambre terrible cuando la fiesta del pecado se transforma en hambruna inevitable (Santiago 1:15). Podemos recordar vívidamente la emoción del viaje a esa provincia apartada, y muchos de nosotros hemos vivido lo suficiente como para anhelar el lugar que abandonamos. Hemos visto la desilusión en los ojos de nuestro Padre debido a nuestras malas decisiones y errores necios. Hemos regresado sin nada en las manos.

Otros se preguntan si todavía hay una bienvenida para ellos. Sin importar lo que hayamos hecho, podemos escuchar al Padre decir: “Solamente regresa. Mi amor es inquebrantable. Tú siempre serás bienvenido aquí. Regresa a casa. Hay suficiente pan en la mesa; suficiente para ti”. Dios ansía que la familia esté completa otra vez. Espera que tomemos el primer paso hacia Él (Apocalipsis 3:20). Cuando lo hacemos, Él corre con entusiasmo a recibirnos en el camino.


Vía: ebglobal

 

19 de enero de 2023

Texto lema para este año 2023

 




15 de enero de 2023

El llamado de Abraham (Génesis 11:27-32, Génesis 12:1-4)

Después de Moisés, la persona del antiguo testamento que más veces es mencionada en el nuevo testamento es Abraham. Santiago se refiere a Abraham como el "amigo de Dios" (Santiago 2:23), un título que no se le da a nadie más en las escrituras. A los creyentes de todas las generaciones se les llama "hijos de Abraham" (Gálatas 3:7). En las escrituras podemos ver la importancia de Abraham en la historia del pueblo de Dios.


  Ziqqurat en Ur de los Caldeos. Iraq
 La vida de Abraham está recogida en el libro de Génesis, desde su primera mención en Génesis 11:26 hasta su muerte en Génesis 25:8. Aunque sabemos mucho sobre la vida de Abraham es muy poco lo que conocemos de su nacimento y primeros años de vida. La primera vez que Génesis menciona a Abraham este tenía ya 75 años. Sabemos que Taré, el padre de Abraham, vivía en Ur de los Caldeos (Génesis 11:28) una importante ciudad del sur de Mesopotamia situada entre el río Ëufrates, aproximadamente a mitad de camino entre la cabecera del Golfo Pérsico y la actual Bagdad. El mismo pasaje también nos cuenta que Taré tomo su familia para partir hacia la tierra de Canaán, sin embargo se establecieron en la ciudad de Harán en la Mesopotamia septentrional (en la ruta comercial desde la antigua Babilonia, a mitad de camino entre Nínive y Damasco).

 La historia de Abraham propiamente dicha comienza en Génesis 12. En los primeros tres versículos, vemos el llamado que Dios le hace a Abraham:

Pero el Señor había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra" (Genesis 12:1-3).

Dios llama a Abraham estando él en su tierra, Harán, y le dice que vaya a una tierra que Él le mostraría. Dios también le hace tres promesas a Abraham: 1) La promesa de una tierra que iba a ser de él; 2) la promesa de hacer de él una gran nación; y 3) la promesa de bendición. Estas promesas constituyen la base para lo que posteriormente sería llamado el pacto abrahámico (establecido en Génesis 15 y ratificado en Génesis 17). Lo que realmente hace especial a Abraham, es que él obedeció a Dios. Génesis 12:4 registra que, después de que Dios llamó a Abraham, él fue "como el Señor le había dicho". El autor de Hebreos usa varias veces el ejemplo de la fe de Abraham y se refiere específicamente a este hecho: "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba" (Hebreos 11:8).

La familia lo era todo para una persona que vivía en los tiempos de Abraham. Provisión, ayuda, fortaleza.... Apartarse de la familia era absolutamente inususal porque era peligroso. Además, aunque en el texto no se nos dice nada sobre la vida religiosa de Abraham y su familia antes de su llamado, sabemos que la gente de Ur y de Harán adoraban al antiguo panteon de dioses babilónicos por lo que podemos afirmar que Dios llamó a Abraham de una cultura pagana. A pesar de ello, de los vinculos familiares y culturales, Abraham reconoció el llamado del señor y obedeció.